Hace un poco más de 2000 años, el ángel Gabriel apareció a una joven judía llamada María. Este mensajero de Dios le dio a María un mensaje sumamente maravilloso. Le anunció el nacimiento de un hijo, y le dijo que llamara su nombre Jesús. Ese hijo sería Hijo de Dios. Cuando María oyó el anuncio, quedó perpleja. Sin embargo, por su fe en Dios dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”.

Cuando se acercaba la fecha para el nacimiento de su hijo, se estaba realizando un censo de la población. José, marido de María, era oriundo de Belén. Por lo tanto, les tocó viajar hasta allá para registrarse. Belén estaba situada a unos 105 kilómetros hacia el sur de Nazaret y el viaje duraría varios días.

Cuando José y María llegaron a Belén, se dieron cuenta de que no había lugar para ellos en el mesón. Así que, les tocó hospedarse en un establo. Mientras estaban allí, nació el bebé Jesús que era el Hijo de Dios. En esas condiciones tan humildes, Dios apareció a la humanidad en la forma de bebé. Se hizo hombre para traernos esperanza y vida. Nació para ser el Cordero de Dios por causa de nuestro pecado. Fue un evento sobrenatural y singular en toda la historia humana.

Ese evento histórico fue celebrado esa misma noche por una multitud de ángeles. Un ángel les anunció a unos pastores en el campo cerca de Belén las buenas nuevas que un Salvador, el Mesías que ellos esperaban, había nacido. De pronto, se llenaron los cielos con una multitud de ángeles que alababan a Dios diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

Los pastores se alegraron con esa noticia y marcharon a Belén. Allí encontraron a Jesús en el pesebre, tal y como el ángel les había dicho. Los pastores se maravillaron de lo sucedido y contaron a los demás de lo que habían visto. La gente se maravillaba por esa noticia tan importante y maravillosa.

Al mismo tiempo, unos magos de tierras lejanas del oriente observaron una estrella extraña en el cielo. Ellos comprendieron que la estrella indicaba el nacimiento de un rey y decidieron seguirla. La estrella los dirigió hacia Judea hasta llegar a Belén donde se detuvo directamente encima de la casa donde estaba Jesús.

La visita de los magos fue muy especial. Ellos adoraron a Jesús. Luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron unos regalos muy valiosos de oro, incienso, y mirra. El oro era muy costoso, y el incienso daba un olor fragante al quemarlo, y la mirra era un perfume de mucho valor.

El rey Herodes se dio cuenta de la misión de los magos y se molestó mucho de que hubiera nacido un rey en su territorio. Tal fue su disgusto que ideó un plan para matarlo. Dio orden a los soldados que mataran a todos los niños varones menores de dos años. Así creía que moriría también el recién nacido rey. Pero Dios le avisó a José en un sueño de las maquinaciones de Herodes y le dijo que llevara al niño y a su madre a Egipto y que se quedara allí hasta que el rey Herodes muriera. Ya muerto el rey, regresaron a Nazaret donde el niño “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).

Dios estaba cumpliendo su promesa y su plan para restaurar a la humanidad con su Creador. Él envió a su Hijo unigénito, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Él envió a su Hijo para que el mundo sea salvo por él.

El nacimiento de Jesús fue el evento que inició la obra de rescate más grande que el mundo jamás había visto. La obra de Jesús, desde su nacimiento, sus enseñanzas, su ejemplo, y su muerte hasta su resurrección cambió la historia del mundo. ¡Gracias infinitas a Dios por su don inefable!

—Duane Nisly

Tomado del relato del nacimiento de Jesús en los Evangelios

De: La Antorcha de la Verdad

La Langue

Español

Auteur

Duane Nisly

Éditeur

Publicadora La Merced

Les Sujets

Noël