Soluciones cristianas restauradas

Recientemente en una acera en la ciudad de Chicago, dos hombres discutían animadamente en cuanto a la religión. Uno era cristiano, motivado por el deseo de promover el mensaje bíblico de la salvación. El otro vivía en un tipo de comuna donde se practicaba fervorosamente el yoga. Este último tomó una posición neutra en cuanto a la religión. No estaba en contra de la religión, pero creía que no se deben considerar ni buenas ni malas las religiones. ¿Por qué no? Porque mucho conflicto y daño resulta cuando una religión se exalta sobre otra; cuando se considera que una es la correcta y al mismo tiempo se condena a la otra.

En contraste a esta perspectiva de la religión, una enciclopedia vieja (©1970) presenta a Dios de la siguiente manera: “Dios es el Ser Supremo, el Creador y Gobernante del universo: Todopoderoso, Infinito, y Omnipresente”. También declara que “el Antiguo Testamento, o la Biblia hebrea, no trata de ser subjetiva. Proclama a Dios como una realidad (…) y enseña que se le debe obedecer, adorar y amar como el único verdadero Dios.”

Pudiéramos darle la razón a este hombre si hubiera evidencia positiva de tres cosas:

  1. Evidencia de que Dios no existe.
  2. Evidencia de que la naturaleza funciona sin ser diseñada y sin haber diferencia entre el bien y mal.
  3. Evidencia de que se puede vivir sin resultados negativos si no se siguen los principios fundamentales de la Biblia.

Veamos el último punto primero. Rápidamente descubrimos que la vida diaria se compone de tomar decisiones conforme a algunos parámetros internos que dictan el bien y el mal (o la mejor de dos opciones negativas); no hay neutralidad moral. Muchos comenzamos el día decidiendo si le hacemos caso al despertador o no. Decidimos qué comer para el desayuno y cuánto tiempo sacar para llegar a tiempo al trabajo o a las clases. También tomamos otras decisiones rutinarias. ¿Le vamos a hacer caso a las señales de tránsito? ¿Miramos a ambos lados antes de cruzar la calle? Cuando tomamos un vuelo, es a un lugar específico; no lo tomamos al azar. También nos fijamos en la hora en que sale el vuelo y el número de asiento asignado. Podemos decidir comprar algo para comer de camino a la puerta de abordaje. Si viviéramos sin pensar en el bien y el mal, no pasaríamos un solo día sin problemas. Pudiéramos caer presos, terminar en el hospital o aun en la morgue.

No necesariamente estoy sugiriendo que las decisiones que mencioné son decisiones morales. No es un pecado perder el vuelo. Pero la pregunta es: ¿por qué creemos que podemos desechar los estándares morales (tales como los diez mandamientos), si aún las decisiones pequeñas pronto se convierten en asuntos de vida o muerte? También hay algo más profundo que debemos ver. Nadie vive sin algún tipo de concepto del bien o el mal. Lo que pasa es que, sin Dios, todo lo torcemos. Así es que llega a ser “pecado” cortar árboles maderables, utilizar hidrocarburos, vestir pieles, o denegar un pastel de boda a una pareja homosexual, mientras que vivir en adulterio, engañar para lograr el éxito de su negocio, o quitarle la vida a un niño en el vientre no se ve como mal.

El segundo punto (que la naturaleza funciona al azar), no es mejor. No hay fin a los posibles ejemplos. Consideremos la órbita de los planetas en nuestro sistema solar.

La Tierra (el único planeta adecuado para la vida) orbita al sol a 150.000.000 de kilómetros de distancia, la distancia óptima para albergar la vida. Pero la Tierra no logra esto independientemente de otros planetas. Unos pocos planetas están más cerca del sol. Como por ejemplo Mercurio cuya temperatura oscila los 315 grados Celsius al día de hoy. Entre los planetas también hay algunos muy grandes como Saturno y Júpiter. También están Urano y Neptuno, muy lejos de nosotros, que son demasiado fríos. Ahora bien, si pensamos que los otros planetas no tienen que ver nada con la Tierra, estamos muy equivocados. La rotación, la gravedad, y la velocidad de estos compañeros de viaje producen un efecto estabilizante a la órbita de la Tierra. Por lo tanto, no somos consumidos al acercarnos al sol, ni nos alejamos para perdernos en un congelador eterno. Los efectos combinados, aunque no son visibles al ojo humano, han provisto una órbita segura para la Tierra desde la creación. Este equilibrio es tan exacto que ahora suponemos que todos los planetas son necesarios para la Tierra. Tampoco se pudiera añadir un nuevo planeta sin que la órbita perfecta de la Tierra se perdiera. No hay forma segura en que pudiera otro planeta introducirse lentamente al esquema.1

Los planetas mayores, con su mayor gravedad, también sirven como un imán para los meteoritos u otros fragmentos espaciales. Mantienen libre (o casi libre) de los peligrosos residuos la trayectoria de la Tierra. Desde el principio, la Tierra ha provisto un lugar seguro para sus habitantes. Hemos mantenido la órbita por varios miles de años, en un sistema que no evoluciona en forma ascendente, sino descendente. Poco a poco está envejeciendo. Cuando le llegue el momento final al planeta Tierra, ningún sueño humano, ni ninguna medida de emergencia lo salvará. En realidad, los cambios climáticos y los fenómenos meteorológicos pudieran indicar un envejecimiento de nuestro sistema solar.

Ahora, ¿qué diremos en cuanto a la primera prueba: Evidencia de que Dios no existe? Las palabras rechazadas de la vieja enciclopedia parecen caber bien: “Ser Supremo, Creador, Gobernante, Todopoderoso, Infinito, Omnipresente”.

Al fin de todo esto, ¿qué hallamos? No importa cuál sea nuestra situación ni cuál decisión enfrentamos, la definición de la verdad es estrecha, y violarla trae resultados negativos. El concepto de que no hay bien ni mal no sirve. No nos permite seguir viviendo, ni nos permite mantener un trabajo.

Y más importante aún, tampoco sirve en lo moral o religioso.

Hemos buscado inventar nuestras propias religiones, quitando la necesidad de Cristo. Pensamos que las normas morales ya se han tirado al basurero de la historia, junto con creer en Dios mismo. Quisimos apartar a Dios y tomar su lugar. Nuestra intención fue no dejar normas morales (la actitud predominante entre las élites de los medios de comunicación y la educación que ha llegado a permear el pensamiento de la gran mayoría de estudiantes en las universidades). Esto significa que copiar en un examen para obtener una mejor nota es una opción perfectamente válida. Se espera que en las fiestas haya drogas y bebidas alcohólicas. También es aceptable experimentar con la unión libre para así poder decidir si algún día se desea contraer matrimonio. Mientras tanto, el uso de anticonceptivos y el aborto son dioses necesarios, pues proporcionan una alternativa al dominio propio. Después de todo, ¿no tenemos todos derecho a cometer algunos errores? Y, finalmente, ¿de qué aprovechan las fiestas si no podemos beber licor y probar unos psicotrópicos?

Veamos la peor desgracia de la mentalidad que niega el bien y el mal. Con esta mentalidad no hay motivación ni manera de corregirse. Al negar la existencia de un código moral, quedamos paralizados por las olas de fracasos, más de lo que podemos contar. Donde no hay pecado, tampoco hay salvación. Pudiéramos argumentar que vivimos en la época más privilegiada, rica, y major situada de toda la historia humana. Pero nuestras “libertades” nos tienen esclavizados.

Hay muchos problemas: gobiernos que no funcionan y dificultades económicas por todo el mundo. Hay también oscuridad personal y angustia que acompañan la destrucción del matrimonio y la familia. ¿Qué ha quedado? Cárceles, abuso doméstico y sexual, aceptación de perversiones, drogas adictivas y grandes cantidades de medicamentos. No hay temor de eliminar a los nonatos, y sin embargo se vive en el temor de masacres y terrorismo. Y no hay señal de tregua en el futuro. Estamos viviendo el resultado de despojarnos de la santidad y dignidad resultantes de haber sido hechos en la imagen de Dios.

¿No debemos volver nuestro corazón a la misericordia y el perdón que él ha provisto, que hallamos únicamente por medio del arrepentimiento y la fe en Cristo Jesús, Señor nuestro, que murió y resucitó para salvarnos del pecado?

~Lester Troyer

De: Una mano amiga

  1. Acts and Facts (Hechos y datos), diciembre del 2015, Institute for Creation Research (Instituto para la investigación de la creación)
Détails
La Langue
Español
Auteur
Lester Troyer
Éditeur
Maná Digital

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