Una carta a los papás

Una carta a los papás

El siguiente artículo fue escrito por un educador cristiano y dirigido a padres cristianos. Su preocupación y afán es que los padres tomen la responsabilidad por la educación espiritual y emocional de sus hijos. En una situación en que los padres cuentan con la dicha de una escuela cristiana para sus hijos, la tendencia es creer que pueden relajarse en cuanto a la atención y el cuidado de sus hijos. Pero no es cierto, como este educador expone. Padre, tome su responsabilidad para con sus hijos. Tiene sólo una oportunidad de criarlos en el temor y amonestación del Señor, y proporcionarles la seguridad espiritual y emocional que tanto necesitan. No pierda esa oportunidad. Aprovéchela para la honra de Dios y para el bien de sus hijos.

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Al papá que le interese:

¿Dónde ha estado todos estos años? Tengo muchos años de enseñarles a sus hijos. Ha sido de gran desafío, y a la vez de mucha bendición. No cambiaría esta experiencia por nada. Pero, lo que quiero exponerle es lo que usted ha perdido a través de estos años.

Sé que pasa demasiado ocupado. Todos sabemos que el padre tiene muchas y variadas obligaciones y que cada una exige su atención y tiempo. Proveer a los hijos del alimento, el vestuario, el abrigo, y la educación; velar por su salud… todo esto es una tarea abrumadora para cualquier padre. Sin embargo, existen algunos deberes aun más importantes que usted ha descuidado y que jamás podrá recuperar. Además, sus hijos le han extrañado mucho a través de estos años formativos de su vida.

Por el hecho de estar tan ocupado, manteniendo a la familia, su esposa ha cargado con más responsabilidad en el hogar de lo que es el papel de la madre. Además de ser madre a sus hijos, muchas veces le ha tocado el papel de papá. Se ha esforzado mucho por mantener a la familia unida, además de todos los otros quehaceres que exigían su atención mientras usted trabajaba arduamente para mantener a la familia. A veces su esposa se ha extralimitado porque no estaba allí para darle su apoyo. Esto también era perjudicial para el desarrollo de los hijos.

Durante ese tiempo, he escuchado el corazón de sus hijos y las inquietudes que tenían acerca de la vida, tales como los problemas morales, la depresión, la soledad, entre muchas más que enfrentan los adolescentes. He escuchado de los labios de sus hijos lo íntimo de su corazón, cosa que usted como papá debiera haber escuchado. He derramado lágrimas que debieran haber sido las suyas. He recibido abrazos que en realidad le correspondían a usted. He abierto mi corazón a sus hijos. En los momentos en que necesitaban desa- hogarse, yo los escuchaba. Cuando sentían el deseo de expresar su amor, yo fui el objeto de su afecto, aunque yo bien sabía que le correspondía a usted. Ellos me daban muchas notas, agradeciéndome el tiempo que tomaba con ellos. Pero esas notas eran para usted, no para mí.

Mi deber fue el de escucharlos y luego dirigir el corazón de sus hijos hacia su padre. Pero esa tarea resulta casi imposible si usted no vuelve su corazón hacia ellos. Yo sé que los quiere mucho, aunque en la mayoría de las veces, ellos no lo han sentido. Según parece, usted tampoco ha sentido la necesidad de tomar la responsabilidad para con ellos.

Mis esfuerzos de volver el corazón de sus hijos hacia el papá muchas veces eran frustrados por una reacción de enojo o desilusión de parte de ellos. Interpretaron esos esfuerzos como un rechazo de parte de su padre. Esto para ellos era doloroso. Además, mis intentos de volver el corazón hacia usted, los hacía sentir que yo les estaba rechazando y lo resentían. Sin embargo, yo procuré no desanimarme. No eran mis hijos, y estaba dispuesto a sufrir este rechazo con la esperanza de que pudiera ayudarles a que volvieran el corazón hacia su padre. Yo permanecí a su lado ya que no lo hacía usted. De este modo, sus hijos hallaron en mi persona un lugar seguro mientras esperábamos el día en que usted se les arrimara.

¿Dónde estuvo cuando sus hijos lloraron hasta quedar dormidos en la noche? Sí, les proporcionó una casa dónde vivir y les compraba las cosas que ellos necesitaban, pero ellos lo necesitaban a usted como persona. ¿No se le ocurría que llegada la noche debiera tomar el rato para acostarlos, demostrándoles amor, después de haber escuchado las alegrías y penas que habían experimentado ese día? ¿No se le ocurría arrodillarse junto a su cama y orar con ellos antes de que se durmieran?

Sus hijos son tan preciosos. Ellos lo aman, y yo sé que usted también los ama. Pero ¿dónde ha estado? Ese amor de ellos muchas veces fue desplazado, cuando en realidad le correspondía a usted.

Yo sé que usted también sufre heridas y dolor. Pero me pregunto si no tuviera campo en el corazón para esas almas tiernas de sus hijos con el objetivo de no traspasar sus heridas y problemas a la siguiente generación.

Algunos de sus hijos sufren heridas profundas, y no todas las personas que encuentran en la vida les son de ayuda. Algunos de sus hijos están buscando apoyo en personas no confiables, y en lugares y actividades que no son buenos. Da lástima observar esto, pero aun más triste es experimentarlo. A veces entran en pánico y su tendencia es desanimarse, creyendo que no valen nada.

Algunos de sus hijos se encierran en sí mismos y rehúsan abrir el corazón a nadie. Otros no esconden nada. Algunos creen que son un estorbo para otros. ¿Cómo pudo haber sucedido eso? ¿Cómo lo podrán superar? De mi parte, he estado dispuesto a tomar el tiempo para mostrarles que sí tienen valor en la vida.

¿Se ha preguntado por qué sus hijos buscan realización en la música mundana? Quizá sea que creen que allí descubrirán la felicidad. Pero en realidad, deben recibir esta confirmación de papá y no de otra parte.

Papá, sus hijos necesitan de usted. ¿Dónde está?

Ahora me dirijo a todos los padres comprometidos a Dios en la crianza de sus hijos: Dios los bendiga ricamente. Ustedes tienen la obligación importantísima de levantar una generación que esté preparada y equipada para enfrentar la vida.

Y a todos los padres jóvenes que están apenas empezando esta tarea les digo también: Dios los bendiga ricamente. La sagrada responsabilidad de la crianza de hijos es una oportunidad de valor incalculable. Sean una bendición para sus hijos, sin importar el costo.

Atentamente,

El profesor de sus hijos, Frank Reed

Tomado de: La Antorcha de la Verdad (enero - febrero 2021)

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